Sedimentos

domingo, 5 de mayo de 2013

De relojes desfasados hablaste. Hoy hablo de los míos:
Nunca estuve en el tiempo luminoso, no tuve la fortuna de estar en el tiempo luminoso de nadie: los matices del sol, las esplendentes monedas, el grito pleno de los simios en la selva: nada de eso es mío.
Para mí, el viacrucis. Para mí, los fardos sin aspiraciones. Yo pongo los cimientos sobre los que construirán sus paraísos delirantes, sus emociones plenas. Frijol en el fondo de la tierra. Las ramas para ascender al castillo son estos tallos maltrechos que dejaron arrastrarse como hierba muerta. Soy un despojo vegetal.

Ni siquiera para el rencor me alcanza ya el alma. No me duelen sus vidas plenas, nunca he sido una vulgar: me duelen mis ramas por las cuales escalaron, me duele no haberles merecido ni el esfuerzo, me duelen sus negaciones, sus ostracismos, me duele el silencio de mis ramas: no las nombran, nunca las nombran. A paso batiente ascendieron usándolas como escalones: nunca las nombran. El lodo de sus zapatos marchitó mis hojas.
Aturdida, ahogada enmedio de este dolor que no cesa, apenas me alcanza el alma para el llanto del no-tiempo. Me quedé entre las nunca y media y el cuarto para la eternidad. Vivo errante, soy el desfase que nunca fue, soy el camino que no se recorrió y por el cual se brinda con la profunda melancolía del que no la siente. Para mí todo el fardo de vanidades. De él, de ella, de los dos.

Todos están bien. Firmo y cierro. Click, los dejo a todos los demás también. Ya no quiero saber nada, enterarme de nada, aspirar a nada, saberme de nada. Click.

Se termina, parten a sus destinos felices. Parten con los trozos de mí en que construyeron sus mejores personas: me siento como perenne huésped del téchcatl. Ras, ras. Abren y sacan una y otra vez. Ras, ras. Sus mejores personas. Ras, ras. Las sonrisas que a mí no me tocan. Ras, ras. Las personas sensatas, productivas, estables que a mí no me acompañaron. Ras, ras.
No termino de esparcir mi alma por los ojos. Dicen que cuando más oscuro está, es porque va amanecer. La verdad, la sola mención de esa esperanza me erosiona, anticipa el siguiente ras. Rueda mi alma, rueda la tinta de sedimentos en que tornaron mi sangre. Soy el hígado del cosmos: purificas y te vas. "Se recibe todo tipo de cascajo", eso es lo que dejan. Sedimentos, se me vuelven diques, se me tornan muros. Ustedes siguen sonriendo, en sus camas afables, en sus abrazos ausentes de almohadas, en la tranquilidad de sus alianzas, miran de frente el promisorio futuro que a mí me negaron.
Me estoy desmoronando. Despojo vegetal con el ramaje hachado: las fibras se me deshilvanan. Soy el hígado del cosmos: purificas y te vas. Ya no se si me duele más la soledad o el saberme usada como filtro. Estoy en una inmerecida encrucijada, una broma cruel del Destino: si algún día vuelvo abrir la puerta, ¿quién me garantiza que esta vez no seré nuevamente empleada para construirse un feliz mundo, donde -¡oh lo sentimos!-, yo no quepa? Si no la vuelvo abrir más ¿cómo podré salir de este lánguido sendero sin aliada?
Me estoy desmoronando: brota el caudal de sedimentos por mis ojos. Creo que no tengo ya ni fuerzas para exhalar el aliento donde están ustedes dos anunciados en las redondeces de sus soles: todos están bien.