Imposición

jueves, 16 de junio de 2011

Debo saber qué parte de mí sufre cuando ríes

que agoniza con tus sonoros planes de felicidad

¿Qué parte infecta de mí se puede sobreponer

a la mentira: verte eternamente lejos y a mi lado?

¿Tendré que huir de los años que te atan a mí?

¿Deberé volverme nefastamente inasequible?

¿O mejor una sonriente y cínica obsesiva de ti?

Tomar la píldora idiota de tu surrealismo de hoy;

a la carne podrida que una vez fue tu propiedad

tasajearla en sueños como carnicero envilecido

poseída así por la frivolidad de la ingrata muerte

que me tiene colgada de ti y mirándote en vida

mientras amas, comes, duermes, haces camino

donde no caben mis satíricos ánimos de mártir

ni mis exuberantes hallazgos de poeta en brama

ni las grandezas que ya implanté a la mitad de ti

en el centro donde me llevas vergonzantemente

de donde te nutres y del cual reniegas a carcajadas

Está bien

Por mí que te carcoma la felicidad de la simpleza

que te fundas en la superficialidad del atrio de mar

en el que hoy y nunca serás el rey de mi eternidad

Ya qué

Vete quitando los coágulos sobrantes, reto de vidas

acomódate subrepticiamente en el plano del mortal

vete de grandioso incógnito a pudrir en el verso fácil

Deshazte de todas tus personalidades y quédate blanco

Una página en blanco pintada de rosa, con un corazón

que no simboliza más que tu renuencia a ser humano

a perderte en los estertores del manejo de tu realidad

Ese rosita fresita que, simplificándote, te elimina de ti

rechaza el personaje que, por tus humores, regresará

el día en que más necesites fingir vacuidad de carácter.

Que te acoja el mundo hostil en donde no te protegeré

me agusanaré en el tiempo de lo que fuimos nosotros

sin prestidigitaciones, ni dinero, ni estupefacientes rosas

cuando fuiste tú y yo te vi en tu verde arco de serenidad

cuando me viste, definir, delinear la vida que me desuellas.

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