Debo saber qué parte de mí sufre cuando ríes
que agoniza con tus sonoros planes de felicidad
¿Qué parte infecta de mí se puede sobreponer
a la mentira: verte eternamente lejos y a mi lado?
¿Tendré que huir de los años que te atan a mí?
¿Deberé volverme nefastamente inasequible?
¿O mejor una sonriente y cínica obsesiva de ti?
Tomar la píldora idiota de tu surrealismo de hoy;
a la carne podrida que una vez fue tu propiedad
tasajearla en sueños como carnicero envilecido
poseída así por la frivolidad de la ingrata muerte
que me tiene colgada de ti y mirándote en vida
mientras amas, comes, duermes, haces camino
donde no caben mis satíricos ánimos de mártir
ni mis exuberantes hallazgos de poeta en brama
ni las grandezas que ya implanté a la mitad de ti
en el centro donde me llevas vergonzantemente
de donde te nutres y del cual reniegas a carcajadas
Está bien
Por mí que te carcoma la felicidad de la simpleza
que te fundas en la superficialidad del atrio de mar
en el que hoy y nunca serás el rey de mi eternidad
Ya qué
Vete quitando los coágulos sobrantes, reto de vidas
acomódate subrepticiamente en el plano del mortal
vete de grandioso incógnito a pudrir en el verso fácil
Deshazte de todas tus personalidades y quédate blanco
Una página en blanco pintada de rosa, con un corazón
que no simboliza más que tu renuencia a ser humano
a perderte en los estertores del manejo de tu realidad
Ese rosita fresita que, simplificándote, te elimina de ti
rechaza el personaje que, por tus humores, regresará
el día en que más necesites fingir vacuidad de carácter.
Que te acoja el mundo hostil en donde no te protegeré
me agusanaré en el tiempo de lo que fuimos nosotros
sin prestidigitaciones, ni dinero, ni estupefacientes rosas
cuando fuiste tú y yo te vi en tu verde arco de serenidad
cuando me viste, definir, delinear la vida que me desuellas.
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