jueves, 31 de marzo de 2011

Otra vez trabajando en la madrugada, tiene tiempo que no lo hacía.

Repaso mi personaje, la mujer que no puede ser cuando está alrededor de ti. No debo sentir, no debo mostrarte ni mostrarles nada… hago implosión. Es fácil conectar un conductor al punto energético en el que desemboco y aterrizarlo a mis tareas de dictadora doméstica, de ingeniera insolada, de personaje facebookero, pero no basta. Todavía hay dos que tres electrones queriendo asomarse a ver las coquetas carguitas positivas que se presentan por ahí en los mensajes, en las llamadas, en las miradas, en las presencias inesperadas.

Tal vez todo eso significa que no soy más que mía y eso es una imposición pesadísima. Tengo que ser yo al enfrentarme al descabellado mundillo laboral en el que los hombres no pueden soportar ver a una mujer soldando o resolviendo ecuaciones, también tengo que ser yo cuando tu gente no me cede un gramo de humanidad. Tengo que ser yo cada madrugada cuando el insomnio me alienta a seguir trabajando y la televisión se avienta un larguísimo monólogo al que rara vez pongo atención. No me doy valor para cerrarle la boca a botonazos porque es la única voz humana que escucho en mi casa durante el día.

Nada tiene contexto o perspectiva en la soledad: el tiempo pasa diferente, mi ánimo es monotemático, mi casa se va poniendo cada vez más sucia y no encuentro razón alguna para limpiarla. Pero hay un placer insano en este grillete que me retiene conmigo, en el estómago me hace una revolución la adrenalina que me provoca esta esclavitud de mí misma que arremete violentamente contra lo que debiera ser, que ofende a los levantacejas, que podría parecerte “interesante”, pero no tolerable para vivir con ello. No sólo no te culpo, te felicito por tu sensatez al permitirle a la revoltosa que se revuelva ella sola, prohibirle que ensucie tu pose insaciablemente amistosa, condescendientemente incondicional, tu aura amarilla sobre la que montas ese teatro donde eres siempre el centro de atención.

A mí me aburren esas cosas. Mi personaje es más bien virtual, tiene un poco de esto, un poco de aquello. Y siempre hay lugares donde mi personaje brilla un ratito pero luego se regresa a su cuevita de malandros porque ¿cuál es el chiste de atarse a una personalidad sólo porque alguien más lo aprueba? ¿Qué chiste encuentras tú en complacer a todo mundo con cada minúsculo gesto? No importa, tú sigue escribiendo tu trama mientras yo sigo desvelada legitimando a mi propio personaje. La mujer que no puede ser alrededor de ti, pero cuyos componentes internos tienen tanta vida que sobrelleva la incertidumbre del otro sin decolorarse.

Los aullidos de mi diapasón

domingo, 27 de marzo de 2011

Eres la ceniza dulce de ese incendio hurtado:
con tu aire infantil me curo, me desgrano.
Abro el cofre sin querer encontrar rayos,
me asomo y deslumbran tus radiantes labios.
No te llevo conmigo para no desempacarte,
no te demuestro razón para no desgastarte,
no me digo tuya y además nunca lo soy
a cuentagotas doy los aullidos de mi diapasón

El Ciclo Bofo

Me pasaba por la cabeza el problema energético de los motores eléctricos. No tienen suficiente potencia para desplazar todo el peso de un automóvil promedio a una velocidad adecuada y entonces comencé a pensar sobre los ciclos Otto y Diesel –los ciclos termodinámicos que utilizan los automóviles-. Hasta donde recuerdo, nunca pasábamos del 30% de eficiencia en uno de esos durante las prácticas del laboratorio de máquinas térmicas. ¿Qué demonios significa esto en cristiano? Que el consumo de energías fósiles, llámese gasolina, no sólo es perjudicial sino estúpidamente ineficiente. Es decir: echamos 10 toneladas de dióxido de carbono al medio ambiente para nutrir nuestros pulmones de urbanidad y civilización y para no meternos en rollos de química –materia en la que nunca me he destacado-, supongamos que en cada tonelada de gasolina que utilizamos, expulsáramos 1 tonelada de CO2 (creo que es una estimación bastante modesta, pero si no lo es, alguien podrá corregirme). ¿A qué voy con esto? Que por cada 10 toneladas de basura expulsada al medio ambiente, sólo aprovechamos 3 en energía y sin embargo, los diseñadores de automóviles siguen empeñados en tener en el número uno de sus prioridades la mejora de los motores de combustión interna.

Por supuesto, no estoy diciendo que el motor eléctrico sea la solución ni mucho menos, pero cuesta trabajo creer que tanta obcecación colectiva no tenga nada que ver con el marketing. Las barreras para ejercer una vida ecológicamente responsable no estriban en la tecnología, pues existen motores muchísimo más eficientes; algunos rudimentarios como por ejemplo, la propia capacidad motora de los seres humanos, es decir, la bicicleta, y otros muy sofisticados como el motor de hidrógeno.

Pero sobre todo, hablemos del peso, y este es un tema muy interesante a mi parecer. Vamos por pasos ¿Por qué los chinos están intentando mejorar el motor eléctrico para las motocicletas? Pues porque un motor con baja potencia puede alcanzar buenas velocidades cuando no tiene que andar moviendo una tonelada de chunches, que es el peso promedio de un automóvil. Una motocicleta es mucho más ligera porque está desprovista de toda etiqueta social: no tiene cajuelita para cargar las compras del super, no tiene otras tres plazas para cargar con los cuates o la familia y no tiene una flamante carcaza color rojo cereza para apantallar a las morras que van pasando. Reduces la etiqueta social al mínimo y entonces obtienes una mejor eficiencia. Esto no es nuevo; es bien sabido que el sobrepeso en el cuerpo humano reduce el rendimiento físico del organismo, ya que la capacidad del cuerpo para hacer combustión interna (respirar) no se mantiene al paso con el requerimiento de desplazar un gran peso a una velocidad adecuada. Y luego para hacer más irónica la situación energética, resulta ser que el uso de automóviles reduce en gran medida la necesidad de ejercer la propia capacidad motora, redundando en el almacenamiento de energía en forma de lonjas, lo cual provoca una paulatina declinación en el funcionamiento del organismo. Entonces sale otra vez el marketing a relucir. La televisión castiga moralmente a la obesidad y quienes se preocupan por ese tipo de cosas tienen tres opciones: autoflagelarse frente al espejo y disociarse del cuerpo para sacudirse la cruda moral, tomarse el tiempo para gastar energía en actividades deportivas o la peor de todas, evitarse al máximo el placer de la comida. Pero si uno se decide por el deporte, estará llevando a cabo, en términos prácticos –dejando de lado las consideraciones emocionales-, un desperdicio energético al poner a funcionar el motor que casi todos traemos incluido sin haberlo utilizarlo para funciones necesarias y eminentemente sociales, como lo es el desplazamiento propio.

Y de este modo concluiría lo que llamo el “Ciclo Bofo”, el ciclo termodinámico más ineficiente de todos, que consiste en las siguientes fases: desplazarse a través de la activación de un motor de ciclo Otto o Diesel, engordar, sentirse miserable y después ir a gastar la energía en otra cosa –yéndose al gimnasio en una super camioneta de cinco cilindros-. Doble gasto energético a un octavo de rendimiento real… Definitivamente todo se parece a su dueño.

El espejo

Me encontraba pasando en limpio una de sus tareas. De repente se quebró la punta del lápiz con que lo hacía. En ese momento me doy cuenta de que el útil tenía estampado de animal de la jungla. Todo vino a mí con la certeza de una metáfora.
El problema de su terrible personalidad alcohólica es que me hacía escribir con punta chata. A mí me gusta el trazo fino.

El mil máscaras digital

sábado, 26 de marzo de 2011

Haciéndole segunda a la Yaocíhuatl debo decir que la bipolaridad es el chile de todos los moles, y en esta “era de la información” (aburrido cliché), es más factible ser digitalmente bipolar. Cambias de cuenta de correo electrónico para ser un rebelde en plena guerrilla informática urbana y cambias de cuenta de twitter para cotorrear superficialidades con los amigos. El mil máscaras se queda pendejo: a punta de cambios de direcciones electrónicas que te conectan con distintas realidades, pasas de ser seguidor de redes “swingers” a participar en una junta laboral con la gente seria y bonita que paga tu quincena. Hasta el lenguaje cambia en cada ambiente virtual. Pero no te engañes, que el gran hermano guarda todo el registro de tus andares; vivimos más encuerados que de costumbre. Dejamos huellas electrónicas en cada sitio que visitamos, estamos georeferenciados con nuestros dispositivos móviles y sólo basta que algún astuto metiche se tome la molestia de recorrer tus registros para saber qué te duele y en dónde has estado. La máscara ya no importa cuando hay un ojo transfronterizo que mira nuestros defectuosos rostros.

Aún así, no es la primera vez que cae un embajador porque lo cachan en el chisme malicioso; Wikileaks no es más que la actualización del fisgón colectivo de siempre. Me gusta leer las novelas de Jane Austen, donde todos los galanes engañosos ocultaban un pasado turbio que la heroína termina descubriendo después de muchos tropezones; ni siquiera en esa época podían tener lados B o gustos culposos ocultos. Es una ficción autogenerada considerar que se puede escindir la vida, virtual o realmente; tarde o temprano sales del ropero aunque le pongas todas las cadenas y candados encima. Los seres no son fragmentarios y mucho menos opacos, aunque les guste pensar que lo son.


Aquí te veo, inculpada memoria

en mi trono áureo digital

con tu presunta postura

con tus fallidos gestos

pero si huyes del leporino teclazo

más te encierro con estos,

mis llagados abrazos



Yo me pregunto...

viernes, 25 de marzo de 2011

Yo me pregunto, de verdad yo me pregunto ¿Por qué me invitan a participar en un blog de bipolares justo ahora que ejecuto a tambor batiente el Lado B de mi vida?
Es que hay cosas que fermentan como los buenos vinos. Pasa el tiempo y lo que fue una fugaz escena imaginada ("y si yo..."), resulta que es advertida por algún socarrón intuitivo completamente ajeno a tus alucines. Eso es para poner paranoico a cualquiera; pareciera ser que el metiche en cuestión tiene la capacidad de leer en el fondo de tus pensamientos, en el archivero rotulado "documentos descabellados" Y cómo no te vas a poner paranoico, si de repente te sueltan prenda maliciosamente y no puedes ocultar la irritación que te produce saberte descubierto (y más si resulta que el tema sobre el que enfilan sus marrullerías ni siquiera ocupa un espacio en tu RAM, vamos ni está en C:/, sino que vive en una partición de tu disco virtual) Eso es premeditación, alevosía y ventaja... inchis metichis.
-¿Pero de dónde sacan tanto disparate? Es la única respuesta chafona que se te ocurre proferir; la neta, en silencio luces más estético. Ejem, que te la pasas calificando al "documento descabellado" como "disparate" mientras la concurrencia frunce maliciosamente los ojillos esperando des un paso en falso. Sigues balbuceando tu chaquetísima respuesta y la concurrencia ríe como hiena, de esas que parecen decir "quieres dormir al velador", tú colapsas. Pero eso apenas es el principio.
El verdadero problema viene cuando a fuerza de tanto azuzarte, terminas por desclasificar ese documento descabellado. Al rato ya estás haciendo error kernel con ese pinche tema y en cuestión de 3 minutos, ya estás ejecutando el Lado B de tu vida, ese donde son tu feliz continnum los procesos inconclusos del Lado A, las tropelías que jamás te atreverías hacer ni borracho y por supuesto, tus gustos culposos.

... tus gustos culposos... chingao, tan bien que ibas asomando la cabezota fuera de tu ropero y salir con la megajaladota de que está más divertido lo que pasa entre los entrepaños. Sales de Guatemala para regresarte a Guatepeor...

Que tú eres callejer@, street fighter

Nadie se salva de andar de pendenciero. Siempre peleando por aquello sobre lo que no se tiene control absoluto, remediando en la cabeza lo tácticamente insalvable. Cuando no es por lo justo, es por lo banal; cuando no es por la dignidad propia es para el demérito del otro. A veces peleando por la tranquilidad se trastornan los ánimos pacifistas y deviene todo en una absurda pelea. Es ir en bicicleta cruzando entre dos postes cuando vienes encarrerado y en línea recta, pensar “vaya, si pierdo el control, me estrello” ¿y qué haces? pierdes el control, quizás para demostrarte la hipótesis de lo lacerante que es perderlo, quizás porque no puedes soportar la idea de salir bien sin hacer absolutamente nada más que lo que ya estabas haciendo.

Así son las relaciones a veces. Crear problemas “existenciales” para no descubrirte inseguro, arremeter contra cualquier acuerdo para demostrarle al otro tu supuesta independencia –si la tuvieras, no necesitarías hacérselo saber a punta de agravios-. Pelear para justificar conductas perjudiciales al amor y después pelear por no ser amado. Pelear con los demás para que acepten tu situación autoflagelante. Pelear después para que dejen de juzgarte débil. Pelear para crear barreras, después pelear para derribarlas. Destruir todo lo rescatable de un amor espontáneo. Después pelear porque no se tiene nada. Perder el control para demostrarse a uno mismo que puede hacerlo.

Qué fácil sería ir en línea recta, pasar entre esos dos postes, entre esas dos tentaciones, evitar las mentiras, evitar el agravio, correr a través de esa corta distancia donde, sin embargo, cabes perfectamente con los brazos abiertos. Pero al final de cuentas, ¿a quién le gusta lo fácil? ¿A quién le gusta lo bonito? ¿A quién le gusta el éxito?

Consigamos una linda chica, un guapo galán, una persona decente, civilizada, atenta, amorosa, comprensiva, inteligente y que nos ame. Destruyamos su espíritu, hagámonos a la tarea de saquear lo más bello entre sus virtudes. Logremos que se sienta la persona más horrible, rechacemos su decencia, hagámosla sentir culpable por su propia inteligencia, por su paciencia. Castiguémosla con infidelidades, con mentiras. Tomemos a todas las personas importantes en nuestras vidas y convirtámoslas en sus enemigos jurados. No la dejemos ser, no la dejemos pensar, no la dejemos estar en paz. Mandémosla a freír espárragos a la primera provocación. Cuando tengas una piltrafa humana, ruégale que regrese y regresará porque no tendrá a dónde mirar; la habrás cegado. Mira todos sus defectos recientemente adquiridos y castígala por ellos. Pelea porque sea decente, civilizada, atenta, amorosa, comprensiva, inteligente. Pelea para que te ame. Entonces te graduarás de pendencier@. Tendrás el reconocimiento de todos por ser “aguantador”, por “hacer sacrificios”, por “luchar”. Demostrarás tu hipótesis: que sólo tú tienes el control de tu miseria. Que nadie puede venir a decirte que seas miserable, que tú lo puedes ser a voluntad. Que te puedes estrellar en el poste sin importar para dónde está soplando el viento, sin importar la estrechez del camino, sin importar tu lucidez actual. Que tienes valentía para salir bien librad@ de las batallas más cruentas, que tú eres callejer@, street fighter.


De Noche y Sin Hambre

jueves, 24 de marzo de 2011

No te sorprendas al leer todo lo que me
ha hecho dormitar hasta muy madura la noche;
pensarás que cada vez se hace más notorio
mi desgano por verte, por estar cerca de ti;
sencillamente no es así.

No te sorprenda encontrarme en estos escritos,
lleno de ojeras, liviano para con ligerezas,
con resaca mental y con agua turbia sobre mis ojos,
donde por momentos mi cabeza recostada
sobre tu hombro pierde noción del lugar en que se encuentra.
No sientas que es falta de amor por ti.

Es de noche y lo peor de todo,
trato de no pensarte.

Resulta sencillamente imposible,
como muestra tienes mis desvelos y mi falta de apetito.

No es fácil saciar esta sed y el hambre por ti,
no es fácil mantenerme al margen de tu mundo
o cosa peor,
me resulta sencillamente imposible no tratar de agregarte al mío.

Como ha sido a lo largo de este tiempo,
me encuentro a solas,
de noche y sin hambre,
pues me mantienes ocupado,
tratando de mostrarte mi amor.

Si supieras cuántas buenas noches
como esta me has regalado.

Aleatorio


Mala creyente soy

de la fe del orden

aleatorio.


La sucesión de cosas,

los tiempos y las formas

resultan de una sola

ecuación

caótica

con sentido uniforme.


Una semilla

convierte en reacción

cada paso,

cada acción.


Lástima corazón

que en tu reino

no haya casualidad,

que latas

con la frecuencia

de una sola ecuación,

que relaciones

espacio y forma,

tiempo y vida

gravedad y caída

silencio y muerte.


Lástima corazón

que tengas miedo,

pues es semilla

para generar

una sola realidad:

inevitable,

inalterable,

sólida y muda.


Lástima corazón

que te acechen

las causalidades

emanadas de entes

que creen

Ser aleatorios

o casuales

o tontos.


Lástima corazón

que exista la duda:

el limbo del terror,

la muerte

de la eternidad,

la frecuencia

del otro

corazón caído

por gravedad.

Húmedas cuerdas

Al arribo de la incertidumbre se cimbra la luna

el sol se tiñe de un rosa paliducho y descarnado

eclipse

tiempo robado.


Del alma de la zozobra se cuelga el miedo

al que se aferra desenfrenadamente y con dolo

mar abierto

cansancio.


Cuando se acerca el todo a la tierra de nadie

huyen las esperanzas del cuadro inmutable

texturas pardas

inmóvil.


Quien predice el desastre se vuelve profeta

cuando la desgracia ajena llena las arcas del ego

neblina

silencio mortuorio.


Al danzar de la flama el humo derrama sonrisas

que no pudieron ser caricias de tierra negra

frutos

renacimiento.


Pero se acaba el rollo de película cristalina

en esos ojos inflados y mojados en cobardía

arrollo

húmedas cuerdas.