Sin título

sábado, 26 de mayo de 2012

Podrás querer eternizar este olor a rancio que diluye mi ansiedad de ti Y decir entre parpadeos todo lo que en verbo no puedes pronunciarte tener asco de ti, obviar el martirio de tu espera, arremeter y olvidar todo Podrás querer entronizar la cordura del dolor que nunca aguarda la paz y herirnos en tres tiempos todos los días que no estés cansado de morir linchar la palabra izada sobre los escombros que deja la guerra extinta Podrás no querer tirar más sales sobre una mar pletórica de desahogos pronunciar el olvido como rezo en las catacumbas donde yace el decoro olvidar olvidarnos reviviendo en cada escena el desenlace de los llantos Podríamos no querernos y amarrar nuestras pupilas al puerto del hastío asediar el placer insano de atragantarnos con tantas angustias mutuas proseguir con la huida por las deformes calles que nos llevaron al templo En cambio quisiera terciar con la develación de los ardores tan arraigados que como mulas de carga hemos llevado en la soledad de nuestros brazos sentenciarlos a ser estridentes jugos azules de magueyes claros en las venas que en dos tiradas de sol se evaporen como perfumes finos dejando nada. Podrías insistir en enviar la puesta de sol a un hemisferio de hurañas platas pero este arco de luna que sobre las perdidas cuentas de amor se impone No espera para guarecerse risueña en el destello de la ruidosa hecatombe.

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                                                                                                             Del diario de Emma

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