Puma de piedra

martes, 27 de noviembre de 2012

Ojo del águila, ría de flores, agua de luna, sortilegio de espuma.

Miro a través del profundo de tus ojos: un lago.
Aspiro tu aroma: es más humano que el mío.
Sueño tus campos de turquesa mientras -embravecido- el lapislázuli del lago pierde la calma
haciéndose eco de tu cadencia,
haciéndose eco de mis espasmos.

Escucho una especie de marea: me imagino espuma.


Te escribo desde el inexorable recoveco donde habito. Escribo mientras el sol te abraza en el piélago de sal donde te encuentres. Te escribo desde el otro lado mientras tu mundo extiende sus exuberantes brazos. Te escribo desde el margen de tus páginas que aún no leo. Clandestina, marginal. A comentarios tuyos me acorralan: no conozco el terreno, me quieren en un cepo. Clandestina, marginal. Permanezco en relativo silencio: de cualquier modo te adivinan en mi semblante. Yo por mi parte tengo humo en las manos. El humo, el agua, el lapso improbable de un tiempo que apenas y existió. En mis manos tu recuerdo esplendece. Literal: en mis manos.
Esto es una mala jugada del destino: milcuatrocientossesentayún días perdida en un laberinto de espejos. Me invade la ácida sensación de haber sido víctima de una comedia de enredos: corres en la ratonera paralela, en el otro laberinto de espejos, aquí junto, donde no tuve la suerte de encontrarte...o quizá el valor de romper los muros. Que se pudran. Tus paredes y las mías que se pudran. De cualquier modo ya estaban podridas. Su putrefacción abona el tardío despunte de esta historia digna de Utopía: camino gracias a ella, pero tus pasos van más delante que los míos.

Te conozco de un otro tiempo: la calidez de tu contacto así parece señalarlo. Nuestras cuerpas se acoplan con genésica calma, suaves, unísonas, sabias. Se reconocen, saben más de todo esto que yo misma (¿sabrás?).
Ría de flores, en ratos me miras sin expresión aparente, desconcertante. Te miro directo a los ojos, intento escudriñar, no lo consigo: eres tú quien desde el frío gesto me mira hasta lo profundo. Nunca me habían atravesado de esa forma. Sin entenderte, consigo establecer una comunicación novedosa por completo: estás en el fondo de mis ojos, te siento en la humedad de nuestras miradas.

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