San Pedro

domingo, 27 de julio de 2014

¿Y si esta luna de alpaca se convirtiese en una lluvia de estrellas? ¿Serías capaz entonces de reclamar el desierto y solventar la verbena de la vía láctea? ¿Bailar conmigo? ¿Dejar de conversar en picada y tomar otra nube que no se quede atrapada entre la cordillera? Mira tanto vacío con tanto silencio, los mejores aderezos y los más raros en todo régimen. Deja al océano descansar del recuerdo de los ríos. Tanta arena y tan poca sal. Mis ojos, físicamente tan poco bendecidos fueron seleccionados para nutrirse de este mechón blanco de universo y no estamos aquí, como nunca estamos en ninguna parte, como no estoy donde tu escándalo no renombra los sueños.
En el fin del mundo parezco estar, todo el tiempo. Me caigo por la Patagonia y me levanto por los Alpes. Pero Atacama será siempre el lugar donde me vine a hacer chiquita, una hormiga en un reloj en una acera en un parque en una ciudad en un continente en un mundo en el infinito de los mundos. Donde la bravía de los recovecos se difumina y tienes que aceptar el tiraje de las vidas. Allí quiero mudarme, al pedazo de guitarra donde bailé con el torso roto, bajo el escudo de Orion.

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