El Ciclo Bofo

domingo, 27 de marzo de 2011

Me pasaba por la cabeza el problema energético de los motores eléctricos. No tienen suficiente potencia para desplazar todo el peso de un automóvil promedio a una velocidad adecuada y entonces comencé a pensar sobre los ciclos Otto y Diesel –los ciclos termodinámicos que utilizan los automóviles-. Hasta donde recuerdo, nunca pasábamos del 30% de eficiencia en uno de esos durante las prácticas del laboratorio de máquinas térmicas. ¿Qué demonios significa esto en cristiano? Que el consumo de energías fósiles, llámese gasolina, no sólo es perjudicial sino estúpidamente ineficiente. Es decir: echamos 10 toneladas de dióxido de carbono al medio ambiente para nutrir nuestros pulmones de urbanidad y civilización y para no meternos en rollos de química –materia en la que nunca me he destacado-, supongamos que en cada tonelada de gasolina que utilizamos, expulsáramos 1 tonelada de CO2 (creo que es una estimación bastante modesta, pero si no lo es, alguien podrá corregirme). ¿A qué voy con esto? Que por cada 10 toneladas de basura expulsada al medio ambiente, sólo aprovechamos 3 en energía y sin embargo, los diseñadores de automóviles siguen empeñados en tener en el número uno de sus prioridades la mejora de los motores de combustión interna.

Por supuesto, no estoy diciendo que el motor eléctrico sea la solución ni mucho menos, pero cuesta trabajo creer que tanta obcecación colectiva no tenga nada que ver con el marketing. Las barreras para ejercer una vida ecológicamente responsable no estriban en la tecnología, pues existen motores muchísimo más eficientes; algunos rudimentarios como por ejemplo, la propia capacidad motora de los seres humanos, es decir, la bicicleta, y otros muy sofisticados como el motor de hidrógeno.

Pero sobre todo, hablemos del peso, y este es un tema muy interesante a mi parecer. Vamos por pasos ¿Por qué los chinos están intentando mejorar el motor eléctrico para las motocicletas? Pues porque un motor con baja potencia puede alcanzar buenas velocidades cuando no tiene que andar moviendo una tonelada de chunches, que es el peso promedio de un automóvil. Una motocicleta es mucho más ligera porque está desprovista de toda etiqueta social: no tiene cajuelita para cargar las compras del super, no tiene otras tres plazas para cargar con los cuates o la familia y no tiene una flamante carcaza color rojo cereza para apantallar a las morras que van pasando. Reduces la etiqueta social al mínimo y entonces obtienes una mejor eficiencia. Esto no es nuevo; es bien sabido que el sobrepeso en el cuerpo humano reduce el rendimiento físico del organismo, ya que la capacidad del cuerpo para hacer combustión interna (respirar) no se mantiene al paso con el requerimiento de desplazar un gran peso a una velocidad adecuada. Y luego para hacer más irónica la situación energética, resulta ser que el uso de automóviles reduce en gran medida la necesidad de ejercer la propia capacidad motora, redundando en el almacenamiento de energía en forma de lonjas, lo cual provoca una paulatina declinación en el funcionamiento del organismo. Entonces sale otra vez el marketing a relucir. La televisión castiga moralmente a la obesidad y quienes se preocupan por ese tipo de cosas tienen tres opciones: autoflagelarse frente al espejo y disociarse del cuerpo para sacudirse la cruda moral, tomarse el tiempo para gastar energía en actividades deportivas o la peor de todas, evitarse al máximo el placer de la comida. Pero si uno se decide por el deporte, estará llevando a cabo, en términos prácticos –dejando de lado las consideraciones emocionales-, un desperdicio energético al poner a funcionar el motor que casi todos traemos incluido sin haberlo utilizarlo para funciones necesarias y eminentemente sociales, como lo es el desplazamiento propio.

Y de este modo concluiría lo que llamo el “Ciclo Bofo”, el ciclo termodinámico más ineficiente de todos, que consiste en las siguientes fases: desplazarse a través de la activación de un motor de ciclo Otto o Diesel, engordar, sentirse miserable y después ir a gastar la energía en otra cosa –yéndose al gimnasio en una super camioneta de cinco cilindros-. Doble gasto energético a un octavo de rendimiento real… Definitivamente todo se parece a su dueño.

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