El mil máscaras digital

sábado, 26 de marzo de 2011

Haciéndole segunda a la Yaocíhuatl debo decir que la bipolaridad es el chile de todos los moles, y en esta “era de la información” (aburrido cliché), es más factible ser digitalmente bipolar. Cambias de cuenta de correo electrónico para ser un rebelde en plena guerrilla informática urbana y cambias de cuenta de twitter para cotorrear superficialidades con los amigos. El mil máscaras se queda pendejo: a punta de cambios de direcciones electrónicas que te conectan con distintas realidades, pasas de ser seguidor de redes “swingers” a participar en una junta laboral con la gente seria y bonita que paga tu quincena. Hasta el lenguaje cambia en cada ambiente virtual. Pero no te engañes, que el gran hermano guarda todo el registro de tus andares; vivimos más encuerados que de costumbre. Dejamos huellas electrónicas en cada sitio que visitamos, estamos georeferenciados con nuestros dispositivos móviles y sólo basta que algún astuto metiche se tome la molestia de recorrer tus registros para saber qué te duele y en dónde has estado. La máscara ya no importa cuando hay un ojo transfronterizo que mira nuestros defectuosos rostros.

Aún así, no es la primera vez que cae un embajador porque lo cachan en el chisme malicioso; Wikileaks no es más que la actualización del fisgón colectivo de siempre. Me gusta leer las novelas de Jane Austen, donde todos los galanes engañosos ocultaban un pasado turbio que la heroína termina descubriendo después de muchos tropezones; ni siquiera en esa época podían tener lados B o gustos culposos ocultos. Es una ficción autogenerada considerar que se puede escindir la vida, virtual o realmente; tarde o temprano sales del ropero aunque le pongas todas las cadenas y candados encima. Los seres no son fragmentarios y mucho menos opacos, aunque les guste pensar que lo son.


Aquí te veo, inculpada memoria

en mi trono áureo digital

con tu presunta postura

con tus fallidos gestos

pero si huyes del leporino teclazo

más te encierro con estos,

mis llagados abrazos



1 comentarios:

Anónimo dijo...

consumatum est

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