El duelo

martes, 17 de mayo de 2011

PRIMER ACTO

La escena se desarrolla en una sala con un sillón rojo orientado en tres cuartos hacia el público. El fondo es una sábana blanca. Sobre el sillón hay un enorme conejo de peluche. A un lado del sillón, una pequeña mesa sobre la que está el teléfono. Del otro lado del escenario, tres puertas.


PERSONAJES:

JUANCHO (Únicamente su voz)

MARIQUITA


Suena el teléfono. Mariquita sale a escena, en pijama, desde una de las puertas y contesta.


M: ¿Bueno?

J: Muy bueno, mi día ha sido excelente, de hecho toda mi vida es excelente, gracias por preguntar.

M: ¿Quién llama?

J: ¿Quién me llama? Fíjate que Marisol me llamó para saber cuándo vamos a salir, es muy guapa, ¿sabes? ¿Y recuerdas a esa otra chica, Marisela, de la que te ponías extremadamente celosa? Me llama todos los días, me ha extrañado como no tienes idea y le da mucho gusto poderme volver a escuchar. Ahora que no tengo ningún inconveniente para poder convivir con ella, pienso irme de viaje a Guatemala con ella, unas cuantas semanas, ¿por qué no?


Mariquita enciende un cigarro.


M: Ah, eres tú…

J: Sí, nena, yo sé que soy yo, pero debes olvidarme, ¿estás de acuerdo? Ya encontrarás a otra persona y aunque por ahora pienses que yo soy el único, algún día te descubrirás feliz, tal vez no con otro pero sí con tus amigos, con todas las personas que te quieren y cuidan de ti. Yo me encuentro radiante, hasta mis amigos me dicen que se me arreglaron los dientes desde que te dejé, y ni siquiera he ido al dentista, ¿cómo la ves?


Mariquita deja el cigarro y toma el enorme conejo de peluche que yace sobre el sofá. Observa los dientes de fieltro cortados, los toca juguetonamente, ríe y lo vuelve a dejar en su lugar.


M: Qué bueno que tus dientes están en orden


Al fondo se proyecta una pantalla de inicio de Facebook desde el perfil de Juancho. Mariquita la observa y va navegando con un ratón que se encuentra sobre el brazo del sofá mientras sigue escuchando.


J: Todo está en orden, de hecho. Todo tiene orden una vez más en mi vida. La gente a la que quiero ha vuelto a mí, en bola, como si se la hubieran pasado esperando que me fuera de tu casa. Todos me quieren… Oye, ¿ya te conté que estoy en los trámites finales de mi doctorado?


Zoom a una línea que dice: Juancho ahora es amigo de T-Rex y23 personas más. Cierra la pantalla, se detiene la proyección.


M: No, no me lo has contado. Llevo un mes sin hablar contigo

J: No te agüites, nena. Es que he estado sumamente ocupado con mis amigas, con la escuela, con el trabajo. Era lógico que te viera menos después de que termináramos nuestra relación. El duelo es una etapa, ya se te pasará. A mí ya se me pasó, ¿ves cómo sí se puede?


Mariquita se levanta para estirar los pies. Truena el cuello, se mira las uñas y se vuelve a sentar.


M: ¿Qué me decías de tu doctorado?


Busca el control remoto de la televisión en el sillón. Lo encuentra y enciende la proyección al fondo del escenario. Cambia de canales hasta que encuentra “The big bang theory” y deja el control.


J: Ah sí, moría de ganas de contártelo porque sé que sólo tú comprendiste la magnitud de lo que estaba haciendo antes de emprenderlo. Eras mi apoyo más ferviente, muchas veces creí que eras como una fan del infierno ¡ja! Porque, la verdad es que me querías para ti sola y no me dejabas trabajar, en cambio ahora he podido completar todos mis planes. De todos modos, tú seguramente estás tan orgullosa como yo. Mi investigación sobre las energías renovables fue todo un hit, de hecho un amigo me dijo que otro de mis profes quiere que lo lleve a un congreso que habrá sobre sustentabilidad en Morelia.

M: ¿Cuándo es tu congreso?

J: No sé, no he visto las fechas

M: Pues revisa, no se te vaya a pasar la recepción del artículo


En la pantalla, se observa un comercial de cremas reductivas.


J: Bueno, si me da tiempo, voy a ir a revisar la convocatoria, a ver si no la han quitado ya. Lo que pasa es que estoy que ¡uf! No puedo con tantas cosas qué hacer, estoy vuelto un loco porque además me inscribí al gimnasio la semana pasada. Hoy me subí a la báscula, con un poco de miedo, pero ¿qué crees? ¿Ves que pesaba 101 kilos? ¡Hoy me marcó 89! Bajé 12 kilotes y ya se me marcaron los bíceps así bien padre.

Voz femenina: Probé de todo, desde los aparatos de ejercicios hasta las bebidas que te quitan el hambre, ¡pero esto es un milagro! Bajé 20 tallas en 2 días. ¡Ya me puedo poner mi bikini!


Mariquita alcanza el control remoto de la televisión y apaga la proyección. Mira hacia el piso, a un lado del sillón y se agacha a recoger una basurita de plástico que, conforme va extendiendo, se puede observar que es un enorme condón. Sonríe.


M: Muy bien. Yo también he estado haciendo ejercicio.


Avienta el condón hacia el baño.


J: Está excelente que te distraigas en algo mientras pasa todo esto…


Fade out. Se apaga la luz.


FIN DEL PRIMER ACTO

SEGUNDO ACTO


Mismo escenario

PERSONAJES:

JUANCHO (sólo la voz)

MARIQUITA

GERARDO


Suena el teléfono. Mariquita sale, arreglada para salir. Contesta el teléfono


M: ¿Bueno?

J: Muy bueno, gracias. Sólo llamo para preguntar cómo sigues.


Mariquita hace cara de fastidio, mira el reloj.


M: Estoy muy bien, gracias. Mira, me tengo que ir, ahorita no puedo hablar mucho tiempo y seguramente me llamas para darme un montón de maravillosas noticias, así que mejor luego nos escribimos por correo o algo así, ¿no?


Se sienta a arreglarse los zapatos, sosteniendo el teléfono con el hombro.


J: Es que te quiero contar, necesito que me pongas atención porque a ti te debe interesar muchísimo lo que te voy a decir.

M: A ver, bajaste de peso, te coges a media ciudad y al fin concretaste lo que no podías hacer conmigo… ¿qué sigue? ¿Te vas de viaje a Nunca Jamás? ¿Armaste tu banda de rock? ¿Te ganaste la lotería?

J: Bueno, si te vas a poner así, mejor ya no te llamo

M: ¡Vaya! Esa es una noticia que sí me gusta escuchar

J: Oye, espérate, no te alebrestes, quiero platicar en buena onda. Al final de cuentas, siempre fuimos amigos, ¿no es cierto?


Entra Gerardo por una de las puertas arreglándose el cinturón. Mariquita le sonríe.


M: Mejor ya no me llames, ¿sale? Tú sólo te dedicas a estarme diciendo lo bien que te va sin mí, pues disfrútalo, para algo me mandaste a la chingada, pues en la chingada me quedo, ¿ok? No quiero perturbar tu santa paz.


Gerardo le hace señas para que le cuelgue, le señala su reloj.


J: ¿Por qué usas esas palabras? ¿Por qué dices “santa paz”?

M: Porque se me da la gana, ya me voy.

En la pantalla de al fondo, se proyecta una cruz.

J: Mari... No me malinterpretes. Sí, estoy bien, pues, pero ahora te quería pedir un favor.

M: Bueno, dime rápido que ya me voy.

J: ¿Podrías ir a mi casa y recoger el artículo del congreso para ir a entregarlo a la dirección de investigación de mi escuela?

M: Ah chingá, dile a alguna de tus viejas, ¿yo qué demonios tengo qué hacer en tu casa? ¿Y por qué no vas tú?


Gerardo se inclina a darle un beso a Mariquita. Ella le sonríe y le hace una seña para decirle que ya no tarda.


J: Yo… no puedo ir. Mira, no recuerdo qué pasó pero estoy encerrado en una habitación desde hace dos meses y no puedo salir. O sea, ni siquiera tengo puertas, no sé cómo acabé aquí. Sólo tengo un teléfono, una tele, una compu…

M: No mames, otra vez con tus cuentos. Ya no me llames, ¿ok?


Mariquita cuelga el teléfono. Vuelve a sonar. Ella corre a contestar pero Gerardo la toca en el hombro y se adelanta a contestar.


G: Oye, chavo, ya estuvo… Perdón… sí, ahorita se la paso


Le pasa el teléfono a Mariquita


M: ¿Bueno? ¿Y tú qué demonios quieres? Jaja Sí, claro, otra vez con sus desmadres, me ha estado llamando cada semana desde hace un mes. Tú y tu amiguito deberían madurar un poquito, que ya están bastante peludotes… No, no voy a ir a ninguna parte, ya déjenme en paz los dos…


Mariquita voltea a ver a Gerardo con cara de susto


M: ¡¿Mi casa…?! ¿Yo? No mames, ¿es en serio…? No, yo no sabía nada… ¡No, yo no…! ¡No! ¡Él se fue y yo ya no supe nada hasta que me empezó a llamar!


Se oye que tocan a la puerta con insistencia.


Voz en off: Seño’, sabemos que ahí está, mejor abra la puerta o se la tumbamos, ¿eh?


Mariquita cuelga el teléfono. Se abraza a Gerardo.


G: ¡Dime qué pasa, mujer! Si quieres yo abro la puerta, ahorita le llamo a unas personas y…


Se apaga la luz. Suena el teléfono. Mariquita contesta.


M: ¿Qué estás haciendo?

J: Sabes que siempre tienes la culpa de todo, Mari. Más te valía admitirlo cuando podías. Más te valía morir de la tristeza en cuanto me escucharas feliz. Más te valía haber entregado mi artículo y te la hubiera perdonado, me cae.


Se escucha cómo Mariquita cuelga el teléfono y después ríe estruendosamente.


G: Era una broma, ¿verdad? ¿A poco sí está tan loco?


Mariquita contesta de manera entrecortada por la risa.


M: No, mi vida. Es que me da risa… ¡que de todos modos me cargan al muertito!


CAE EL TELÓN



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