Bienvenidos al fin del sueño

domingo, 10 de abril de 2011

Se me atragantan las palabras buscando cómo responderle a Emma. Quizá debo empezar por esclarecer de lo que estamos hablando. Antes las generaciones eran más largas, ahora son más cortas y la diferencia puede residir hasta en un mínimo de 5 años.
La generación de los que fuimos adolescentes en los noventas es, a mi modo de ver, no tanto los detentadores de sueños de cambio, sino los agoreros de lo porvenir, por eso no resolvimos nada y nuestra propuesta simplemente se limitó a sonar como un largo lamento. Trompetas del apocalipsis... Apocalypse Now. En términos internacionales se nos recuerda por ser a un tiempo los dueños de un Seattle lleno de jóvenes protestando contra la uniformidad de un futuro global y una generación ávida del vacío derivado del consumismo irracional ¿para qué buscar remontar el curso del mundo si ya todo se va al carajo? Podríamos cifrarnos en cuatro frases: I hate myself and I want to die, The world is a vampire , I want to watch it come down (...) all the pigs are all lined up y  I'm paranoid, but i'm not an android...



En México, la mitad fue Generación X detrás del TLC y sus sueños mercantilistas. La otra mitad nos quedamos vampireando: si el mundo no cambia, YO me volveré un odiador del mundo, un transformador de mi interior; intentamos construir el Superhombre de Nietzsche desde una perspectiva un tanto pueril. Como en el resto del mundo, fuimos simplemente la trompeta del Apocalipsis, dispuestos a inmolarnos como Juan Escutia. La generación del altermundismo que denuncia pero no detendrá la caída, sino que tiene como bandera precipitarlo todo al vacío, ya, pronto, antes de que se haga tarde. Para variar, sólo la voz de Rita y compañía intentó llevarnos por otros derroteros. Pero al zapatismo se lo tragó el ska y el ska nos era/es ajeno. No queríamos ser niños buscando regresar al útero, ese mundo feliz pletórico de Elmos; queríamos ser vampiros en un mundo de seres fuertes.

Así es como el acortamiento de las distancias trajo 2 generaciones en vez de una: la de Emma y la mía. Los que íbamos a la mitad de la universidad cuando la huelga de la UNAM. Los que entraron a las prepas al final de ella. En el momento actual, desembocamos en 3 particiones del mismo disco sin eclosionar: los adultescentes que no podemos hacer nada a los 30 porque no hay perspectivas de futuro (nunca las vimos, nunca nos las prometieron, nunca buscamos construirlas); los politizados a pesar de sí mismos a fuerza de demandar otro mundo, más justo, aunque se limitaran a enarbolar contra el fascismo tan sólo el retorno a la infancia feliz; a gritar sin mucha conciencia "¡re-sis-ten-cia, re-sis-ten-cia!" en los conciertos donde como único peaje se les pedía acopio para las comunidades zapatistas, para ellos un símbolo de ese mundo feliz del buen salvaje, tan similar al mundo feliz del que busca regresar al útero (el útero de un país mestizo, sus mitos sobre la manera de vivir del indio) y por último los niños huecos... esas almas que deambulan desvalidas entre Wisin & Yandel, K-Paz de la Sierra y Belanova. Los que sólo buscan sobrevivir... ¡ups! tal cual lo hacemos nosotros. Tres particiones de un mismo tiempo humano sin resolverse.

Y es que finalmente no somos los anarcos de los años ochenta, esos que en Tenochtitlan destruida vieron la oportunidad de construir la sociedad civil. Ahí tienen a la Maldita tocando en un camión de redilas para juntar ayuda para los damnificados, a Caifanes construyendo una forma moderna de ser mexicanos con los jirones de lo que el sismo nos dejó. Nosotros, los noventeros, abrevamos de esos sueños nacidos en los ochenta, por eso seguimos a Caifanes a la Maldita, a Santa, pero nos hicimos con Kurt, con La Cuca y sus rolas de puchas y guarradas; con la Casta y sus ondas de locos oscuramente metidos a pensar en sí mismos... y en eso se nos murió el sueño en las manos. El ska nos parecía la moda de los morritos zapatistas confiados en que de verdad Marcos era más que un calcetín con pipa ¿Qué más podíamos opinar los que teníamos como compañeros de aula una bola de enajenados porque el dólar está a $3 mientras los gringos invaden Irak, desmantelan a fuerza de francotiradores e intrigas a la Europa oriental y se meten hasta la cocina en un complaciente país mexicano? ¿Qué podíamos más pensar los que ya no confiaban en nadie, ni en el género humano mismo?
Todo esto es una falla cuyo origen se remonta a los sueños rosas atascados de drogas de los 60's, pasa por el no saber cómo construir un anarquismo efectivo de la generación punk y llevó como estocada final la falta de esperanza y búsqueda irracional del vacío del grunge-altermundismo/Generación X. Interdécadas 80-90's apareció como rayito de luz el movimiento mexicano del rock, pero nos encargamos de seguir en el I hate myself... y todo se lo llevó el carajo ante nuestra socarrona complacencia.
La generación ska fueron patadas de ahogado. Chavitos metidos entre los ya próximos adultescentes conformistas ex-grungeros y los morritos huecos llenos de Televisa y DisneyChannel y la reedición del Idiota del 8, los que ahora son los jóvenes. Metidos con calzador entre dos generaciones nacidas para perder, ¿qué podían hacer? ¿cómo remontar lo que va directo al vacío? Es como tener un hermano huevón y peludo y un hermanito bebé lloriqueante y cagón. El grande sigue pataleando  absurda y ridículamente que aijeitmaiself... y prefiere perpetuar su adolescencia llenándose de frivolidades. El pequeño prefiere estar oyendo rolas de dizque vergudos que la meten en todos lados y de narcos que tienen fiestas, tragos y viejas a golpe de cuernos de chivo; prefiere estar pendiente de cambiar de modelo de celular a tiempo, para poder meterle más canciones. ESE es el quid del momento actual.
Pero ni modo que no denunciemos la diferencia cuando se presentan eventos como el de ayer en el Autódromo, donde la luz de Caifanes volvió a brillar en todo su esplendor. Es tanto como pedir "regresar a los tiempos del general Cárdenas" aunque sean los tiempos de mi abuelita, es decir, nunca fueron míos pero sabemos que es cuando estuvo mejor nuestro país. Es buscar un referente, asirse de la poesía, pedir perdón por no haber hecho nada cuando nos tocaba, por dejar morir todo... tratar de mostrar que "otro mundo es posible" ¿O de dónde vamos a sacar inspiración para solucionar este desastre? ¿de Espinoza Paz? ¿de Don Dinero? ¿de Pxndx? ¿de los pendejos esos mierdas que cantan "pero que sea desértica, oh sí..."?
Y es que digo, seamos honestos, ni modo de referirnos a la cínica generación de los 60 que terminó por defender el libertinaje y dejarnos al garete de la sociedad hedonista, de la inmediatez que ellos construyeron. Ya nadie le cree a esa gente, a los rucos leditbi (nota al pie: creo que ya estoy entendiendo por qué me caen gordos los Beatles).

La moneda está en el aire, que la reaparición del corazón contracultural en las últimas cuatro ediciones del Vive Latino no sirva para que nos robe el sueño el mercantilismo, sino para difundir masivamente la posibilidad de ser más poesía y menos muertes en los retenes, en las calles desiertas, en el desempleo y en ese oscuro sentimiento derrotista que por el momento asoma cuando decimos "soy mexicano". Voy a desenterrar tus huesos y con ellos voy hacer el fuego de la vida...




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