De los que no fuimos al Vive porque se nos murió la esperanza... tontos necios

domingo, 10 de abril de 2011

El sábado 12 de marzo, a las doce del día, recibí un mensaje en mi celular que desearía nunca hubiese existido "¿Ya te enteraste? Rita Guerrero murió" Provenía de una amiga con quien pasé algunos de los momentos más entrañables de la universidad con Santa Sabina como soundtrack de fondo. En realidad, toda mi adolescencia fue marcada por Rita, Poncho, Alejandro, Juan Sebastián y Jacobo. A fin de cuentas, su música hizo gran parte de mi ideología y de mi cosmovisión: Santa Sabina me hizo. Ni siquiera capté emocionalmente aquello que se me decía: vi el mensaje, no contesté y guardé el celular. Más tarde, me encontré con un sentimiento de honda pérdida que me parecía abismal, indescriptible, incluso insensible de tanto que me dolía ¿Alguna vez se han asomado por la ventanilla de un auto a gran velocidad? Es tanto el aire que se agolpa que no puedes respirar.

Más tarde llegué a mi casa, encendí la computadora, abrí TweetDeck y busqué información al respecto: en algún lado debería estarse velando. Dos minutos después alguien me contestó que debía dirigirme al Claustro de Sor Juana. Entonces pensé en que cuando chavos, no teníamos ni celulares. La banda se topaba en el lugar acostumbrado a la hora acostumbrada y pasábamos incontables horas de alcohol y marihuana poniendo los cassettes de "la Santa" soñando convertirnos en hermosos vampiros. Soñando conque "otro mundo era posible", como implícitamente dice la rola "Olvido". De Santa Sabina y la comandanta Rita también aprendimos a ser vampiros menos nihilistas y más esperanzados en tornar el mundo diferente; descubrimos que lo que en realidad nos dolía era el sinsentido de una existencia tan materialista y poco solidaria... quizá en un fenómeno paralelo del "I hate myself and I want to die" del gringuito Cobain, pero más lleno de color y vida, tal como corresponde a un pueblo en más de 500 años de pelea por su derecho a determinarse a sí mismo, por definirse y gobernarse a sí mismo. 
Estuve una hora llorando en el Claustro. Le agradecí todos y cada uno de los momentos con los que construí mi manera de ver la vida y en los que su música siempre ocupó un lugar relevante. Aquello era un mar de vampiros huérfanos, todos lagrimeaban en silencio y pasaban a verla. Yo no pude, no quería esa imagen en mi mente, con lo que me quedé fue más o menos con la toma que publicó La Jornada en su edición impresa: de frente pero lejitos. Me dolía ver un bultito tan chiquito e inerte. Fue como si la realidad hubiera derrotado todos mis sueños; los emocionales, los políticos, los existenciales, hasta los laborales. Vi todo mi tiempo y mi cosmovisión reducida a un bultito inerte, fue una mentada de madre al alma. Me revolqué dos días a la hora de dormir.

Días más tarde escucho en el noticiario de Carmen Aristegui que Caifanes va a estar en el Vive y sentí entre una oportunidad de alivio a mi duelo y una sensación estilo "elecciones 2012" así de "¿Y a que CHINGADOS voy al PUTO Vive? ¿a ver un mundo mocho que ya no es, que sin la Santa ya no es? ¿A contemplar lo que queda de lo que queda? ¿A pasar 15 minutos de alborozo por volver a vivir una gran época y que después me salgan conque la mierda del seguro popular puede matar a cualquiera de ellos por no tener los medios suficientes para pagarle a doctores carísimos como los que sí le salvan la vida a Alejandra Guzmán cada que se le pasan las rayas o se quiere cambiar de nalgas?" Si se han salvado el Romo y el Marcovich es porque son unos cabrones, pero nada más. Saúl y su garganta pues... ese es otro boleto.
También pensé en el concierto del Zócalo contra la Ley Arizona. En esa ocasión salió a cantar Saúl con unos monos que ni se quién son. Esa vez estábamos rodeadas de un montón de chamacos que ni idea tenían de cuál era el motivo del concierto. Tampoco estaban vibrando con la música del individuo en el escenario. Se limitaban a corear desganadamente las rolas de Jaguares (muchas que en nuestra vida habíamos escuchado) y a molestarse cuando intentábamos comenzar el slam...como que se sentían incómodos con las "muestras de agresión" ¿pero qué le pasa a esta chaviza? ¿que no sienten, ni piensan o qué? Nos preguntábamos contrariadas.
Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que el Vive del sábado no iba a ser un evento de morros ninis -ni pienso, ni siento, ni quiero actuar- deseosos de ver a Pxndx, Belanova o Jelousijorch (nota al pie: esta última banda sí me inspira respeto) y preguntándose unos a otros "¿Que el wey que acaba de cantar no es el de Jaguares, wey?", sino que en realidad, se trataba del concierto de reencuentro de Caifanes donde iban amenizar un largo rato un montón de pendejos antes de que la banda de corazón se prendiera con Saúl, Sabo, Alejandro, Diego y Alfonso.
Para cuando me animé, no tenía tiempo de sacar el boleto. Además mi error kernel fue tanto que nadie de los que se me ocurrió quizo hacerme el paro de ir a pelear mi boleto (por razones laborales no lo podía buscar yo), por mi cerebro nunca pasaron los que sí me hubieran hecho el paro. No sé... no me tocaba.
Sin embargo, ayer comencé a sentirme frustradísisisisisísima. Siento que mi tiempo no quiere ya ser mío, que no fui al Vive 2008 y perdí así la oportunidad de despedirme -aunque en ese entonces no lo supiera ninguna de las dos- de mi amada Rita, que en el Claustro se me escapó todo como agua entre las manos, que en este sábado en el Autódromo de los hermanos Rodríguez faltaría mi llanto, mis recuerdos, mi corazón: mi nostalgia por un tiempo donde hasta el más iletrado podía vibrar de amor, dolor, indignación por la injusticia y esperanza con las complejas canciones de bandas como la Santa, Caifanes, la Casta, incluso La Lupita y Fobia... vamos, que hasta los desmadrosos La Cuca y Víctimas eran más complejos de lo que ahora son las cosas. Le comentaba a la Emma que sin ánimo de parecer ruquita "en mich tiempoch cuando joven...", considero fuimos la última generación con corazón juvenil. Pero no culpo a los chavos de ahora, que conste. Es simplemente que ¿a quién chingados le importan los asuntos existenciales en un país donde el nihilismo más atroz es política de Estado? Como dice ella ¿qué chavo va a aullar como nosotros lo hicimos "mátenme porque me muero" o "nos queremos morir", si los están masacrando a manos llenas? ¿Si ahora para qué chingados quieres leer o amar si todas las cosas materiales las puedes tener por 1 año antes de que te maten los sicarios del cártel contrario?  Peor aún ¿de qué putas madres te sirve la poesía si cualquier matón hijo de su reputísima tiene absoluta libertad de acribillarte porque te pasaste el retén o porque no respetaste el narcobloqueo? Como dice por ahí uno, que se escuche bien y que se escuche lejos: cuando digo matón digo militares, policías y sicarios, que al final todos son mercenarios de la misma basura neoliberal. Y aquí es donde aparecen los que aunque se salven de las balas, no se salvan de la pobreza, el desempleo y la falta de educación: el futuro ha muerto.

Pero regresemos a Caifanes y el Vive Latino: como premio de consolación pretendí seguir la transmisión por Reactor 105.7 FM, de repente uno de los fresísimas locutores (vaya, que hasta los de Ibero Radio parecen de Radio Educación en comparación con los de Reactor) comenta que hay muchos treintones de mi rodada con sus playeras de Caifanes sacadas del fondo de un necio ropero. Después de mencionar la intención de los portadores -demostrar que se es fan, fan, fan de Caifanes, que para ellos nunca han muerto-, el locutor sólo atinó a reflexionar sobre lo resistente de los serigrafiados de antes, pues a su parecer las playeras eran claramente muy viejas pero los colores se observaban muy firmes. 

Chale, pero qué comentarios tan pendejos... luego caí en la cuenta de que portar una playera antigua es más que sólo declararse ultrafan o fan de antaño, sino que seguramente muchos de los que las portaban querían hacer manifiesto su duelo por las recientes pérdidas. La aparición de Caifanes casi un mes después del fallecimiento de Rita era una manera de decir "nunca nadie nos podrá parar, ya ni muertos nos podrán callar". Volveré y seré millones. -Eso sí es resistencia y no mamadas, pensé y mi corazoncito dio un vuelco de rabia al saber que mi propia playerota de los Caifas yace en el fondo de mi clóset, a muchos kilómetros de mí y del Autódromo. Es blanca, trae la portada del Nervio del volcán al frente y la letra de Afuera serigrafiada atrás con el mítico coyotito de fondo, en tinta amarilla.
Ni escuché nada, la frustración hizo su aparición de la forma más simple y burda: me quedé dormida. Sólo mi subconsciente estuvo conectado con lo que pasaba en el Autódromo.
Luego viene la Emma y me cuenta todo lo que ya les relató: me dieron muchas ganas de llorar. Pero al mismo tiempo, mi corazón se llenó de calidez de nuevo: seguimos siendo, seguimos existiendo. Todos aquellos que deseamos un mundo más justo, todas las almas a las que les duele el sinsentido de una existencia banal y tratan de  oponérsele. Todos quienes somos sombras en estos tiempos perdidos, estamos ahí, seguimos teniendo inspiradores para tejer día a día la esperanza que nos toca. Los gritos desgarradores de dolor y esperanza que -me cuentan- se dejaron sentir por miles ayer en la noche, toda esa emotividad, tantas ganas de seguir siendo y resistiendo no se cansaron de gritar que "antes de que nos olviden haremos historia" y a mí no me queda más que agradecerles por seguir manteniendo viva la llama, por prestarme su peine y peinarme el alma...



1 comentarios:

Emma dijo...

Sí, en el de Arizona, donde la presentadora gritaba "¡Arriba Arizona!" (sic) los morros decían "¿y quiénes son esos?". Otro les contestaba "Los Jaguares" y sentían que era importante pero sin un guitarrazo cabrón como el de Markovich, mejor se sentaron a esperar a Nortec, quien sí los hizo vibrar y brincar como hobbits de la pradera

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